María, maestra de la oración

Lc. 1, 46-49 

Oración a Dios

La Oración, crea reciproca e intima relación con el Señor y mas allá de la aridez o consolación nos lleva a una misteriosa identificación con Él. Es la alianza esponsal que estamos llamados a vivir desde el Bautismo. Toda oración es profundamente trinitaria donde en Cristo formamos una unidad en la que el Espíritu Santo se nos inyecta para eyectarnos hacia arriba y clamar a Dios llamándolo: “Padre”. 

Orar es sinónimo de amar, no hay autentica oración sin amor. El corazón que ama es invadido por la gracia del Espíritu que acude en auxilio de nuestra pobreza para rezar y aumenta cada vez mas nuestra potencia orante que con el tiempo tiende a simplificarse y una sola palabra o idea basta para alimentar un largo tiempo de Oración. Así a veces, frente al Sagrario o el Santísimo expuesto establecemos una profunda relación personal con el Señor. 

Cuando la oración esta hecha por amor ambos se acrecientan mutuamente y abarcan toda la vida, porque todo lo que vivimos, hacemos y servimos esta hecho por Amor a Dios en alabanza y suplica continua. Llegar a este habito no es estar rezando todo el día sino amando constantemente. María es modelo de mujer orante y creyente y porque vivía en profunda y continua comunión con el Señor le resulto natural y simple decir un “sí” tan difícil. No pensó en lo dificultoso sino en lo hermoso de cumplir la voluntad de Dios, porque sabia que la opción por Él es fundamental. 

Tenemos que vivir en fecundo hábito de Oración continua en la seguridad que allí encontramos el poder y la fuerza que la Santísima Trinidad nos ofrece. La Virgen, que inicio el Primer Milenio con su “Sí” nos invita y pide que con nuestra Consagración digamos un “Sí” total a Dios, a los hermanos y a la Cruz, como lo dijo Ella junto a Jesús para la reparación e inmolación redentora. 

Nadie ama lo que no conoce por eso la Madre nos pide que ahondemos en el conocimiento del Hijo para poder amarlo como Ella lo ama. Dios quiere y le interesa que lo “busquemos constantemente” y en esa continua búsqueda hace que imperceptiblemente nos encontremos con Él aunque nos parezca que se escondió. Sabiendo que es un don de experiencia sobrenatural el Padre sabrá cuando nos dará la vivencia del encuentro manifiesto; orando es como vamos detrás de esa meta que nos exigirá ejercicio diario de voluntad. 

Jesús desde la oración nos hace sus “íntimos” vale decir que establece una relación de mutua confiada penetración en el corazón por el Amor. Esto nos lleva a buscarlo y si lo hacemos con corazón abierto y confianza de niños, permite que Dios nos penetre y su Espíritu quede en nosotros posibilitándonos transitar como verdaderos cristianos amando al prójimo, no para si mismos sino por el Cristo que descubrimos en Él. 

Como resultado de este proceso de penetración de intimidad con Dios y desde la Oración aumenta el amor en nuestros corazones. Esto hace que nos interpelemos nuestra condición de misioneros en cuanto a nuestro enamoramiento de Dios como para buscarlo, alcanzarlo, conocerlo y encarnarlo desde la Palabra para que nuestra Consagración alcance la plenitud su esencia que es hacernos sagrados y santos. 

Así lograremos, si nos dejamos penetrar íntimamente por la Palabra como lo hizo María y que le permitió vestirse con su carne. Conforme a esto y porque solo el Amor evangeliza, cada uno adherido cordialmente a elementos comunes que son la Oración y la Palabra de Dios, crecerá según el don recibido. 

Pbro. Carlos A. Pérez 

Durante 10 años, todos los días 25 de cada mes en San Nicolás, se convoco a un grupo voluntario de Misioneros de diversos lugares del país, felizmente, por iniciativa de los propios laicos presentes en las reuniones, fueron grabadas las charlas que se dieron. Hoy contamos con esta catequesis que nos disponemos a ofrecer aquí a modo de entregas semanales para todos, peregrinos en general y misioneros en particular. 

Copyright 2002-2009 Centro de difusión del Santuario María del Rosario de San Nicolás - All rights reserved - Todos los derechos reservados.