El Secreto del Santo Rosario

El Rosario prepara las almas



El Beato Alano –como dice el mismo Cartagena– relata muchas otras apariciones del Señor y de la Santísima Virgen a Santo Domingo para instarle y animarle más y más a predicar el santo rosario a fin de combatir el pecado y convertir a los pecadores y herejes. Oigamos este pasaje: “El Beato Alano refiere que la Santísima Virgen le reveló que Jesucristo, su Hijo, se había aparecido después de Ella a Santo Domingo y le había dicho: ‘Domingo, me alegro de que te apoyes en tu sabiduría y de que trabajes con humildad en las salvación de las almas sin preocuparte por complacer la vanidad humana. Muchos predicadores quieren desde el comienzo tronar contra los pecados más graves, olvidando que antes de dar un remedio penoso es necesario preparar al enfermo para que lo reciba y aproveche. Por ello deben exhortar antes al auditorio al aprecio de la oración, y especialmente a mi salterio angélico. Porque, si todos comienzan a rezarlo, no hay duda de que la clemencia divina será propicia con los que perseveren. Predica, pues, mi rosario’”.

(De “El Secreto Admirable del Santísimo Rosario”, de San Luis M. Grignion de Montfort)

Comentario:

El rezo del Rosario prepara a las almas para el trabajo de santificación que todos debemos tratar de llevar a cabo. Por eso antes de todo es necesario predicar la oración, el rezo diario del Santo Rosario, que será como una lluvia que regará el terreno del alma y la preparará para recibir las inspiraciones de Dios y seguirlas fielmente.

Pero hay que ser perseverantes en su rezo, porque ¿qué se puede decir de quien comienza con fervor a rezar el Rosario, pero luego, por distintos motivos, deja de rezarlo, o lo reza de vez en cuando y no es constante en esta práctica? Recordemos las palabras del Señor, que bien se pueden aplicar al rezo perseverante del Rosario: “El que persevere hasta el fin, ése se salvará”.

Rezando el Rosario con perseverancia es como obtendremos frutos para nosotros y para nuestros seres queridos.

Si alguien nos dijera que haciendo algo podemos ayudar a nuestros parientes y amigos a salvarse, ¡qué no haríamos por cumplirlo! Pues bien, el Señor y su Madre nos dicen que recemos todos los días el Santo Rosario y veremos maravillas a nuestro alrededor.

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